domingo, noviembre 11, 2012

Estar sin voz


Estar sin voz, 
Es no vaciar la tinta del corazón; espesa, roja y sin razón 
Es un amargo desliz de la lengua, que se marchita mientras mi estrella mengua

Estar sin voz,
Como las hojas que cambian de color, etéreas mensajeras del arrebol
Como los pétalos suaves e infieles, muriendo en ilusiones de oropeles

Estar sin voz
Es regar con los ojitos el macetero, al saber que no llegara el aguacero
Es quemar los lazos que unen los pensamientos, con el fuego perpetuo que reina en los sentimientos

Estar sin voz
Es no poder abrazar colores y calores sabios, de la voz que se desliza por los labios
Es caminar por un largo pasadizo de silencios, rodeado de rostros pálidos y funestos

Estar sin voz,
Como las espinas que cuidan a la flor desde su niñez, como la boca que se seca en su mudez
Como la musa que se transforma en recuerdo, como la miel que brota y se mantiene ardiendo

Estar sin voz, no un día, ni tampoco dos
Estar sin voz, es naturalmente; estar sin vos

Acá



Acá el extraño extraña con extrañeza desde sus entrañas, acá oscurece más temprano y de un instante a otro somos todos desconocidos.

Acá no dan abasto tus nombres y apellidos, acá la gente vacía sus copas y saca sus espadas en busca de tu oro. Acá la única virgen que existe es la Santa Lumpérica y los flacos prenden sus pipas con el fuego de sus velas.

Acá los niños juegan a que son peligrosos, cambian sus almas por armas y les cuesta decir te quiero. Acá las mascaras no sirven, acá los pibes se inyectan los brillos de las estrellas directo a la vena y pueden olfatear el miedo. 

Acá la gente es más tranquila de lo que parece, eso lo podrás ver cuando cierres tus ojos y mires con tu corazón. Acá abundan las Soledad y las Consuelo, acá escasean las Paz y las Esperanza. Acá muchos fueron a comprar y no volvieron. 

Acá somos todos tartamudos, acá sobran los huérfanos, acá los candidatos son abejas reinas y las dueñas de casa dulce miel, dentro de una colmena ruidosa. Acá el tuerto cambia su ojo por la pierna del cojo, para que al menos uno pueda ver o correr. 

En el más acá la gente junta sus chauchas y es feliz comprando cosas que mañana no podrá llevarse al más allá. Acá la gente tiene piel morena y gastada por el sol. Acá las manitos de las abuelas tienen pena y están exhaustas. Acá los corazoncitos son de fonola y de cartón. 

Acá nadie tiene nada, es por esto que entre nosotros aparecen risas nerviosas, nada es tuyo y nada es mío, no tengo que regalarte, no tengo que quitarte. A veces, acá no es acá, cuando la sonrisa de mi vieja se filtra a través de la ventana, como si fuese la luz del sol entibiando todo a mí alrededor.

Un momento



Un momento, déjame decirte algo, déjame escribirte algo, es que no soy bueno con los sonidos y no se expresar con mímica las vicisitudes. Es cierto que mis ojos dormilones se delatan frente a los tuyos, con húmedos y risueños pucheros. Cuando mi boca queda seca; son ellos sinceros chasquis de mis frustraciones y alegrías.

Un momento, o quizás dos, un momento en el tren, raptado por 
el reflejo inconsciente que florece entre una cosecha y otra. Un momento, o tal vez diez, estoy perdiendo la cuenta. Posiblemente son todos los momentos uno solo, y uno solo es el que da vida a otros momentos.

Un momento incierto y misterioso, donde caminas en zancos y ayudas a las nubes a aclarar sus ideas, a partir de sus entrañas replantean lluvias y se derriten en abrazos de luz. Un momento entre cómplices y ermitaños, mientras enrolas versos con tus manos de papel, mientras yo confieso porque las hojas están cambiando de color. 

Un momento donde el tiempo se hace invisible y se mezclan las buenas noches y los buenos días, un momento donde cae el telón y empieza la verdadera obra, un momento donde los pájaros llegan trinando y traen de vuelta al sol, un momento al amanecer, en donde la puerta de todo lo que podría ser, estará abierta.

Respecto a la nostalgia


La nostalgia es:
Una eterna nebulosa de bienvenidas y despedidas
Una guarida protegida por rayitos del sol
Antiguas reminiscencias bajo la lluvia
Derretirse lentamente en un abrazo
Encontrarse en sueños infinitos
Bellos silencios, que nacen en tus ojos
Los latidos intermitentes de tu mirada
Un libro que te leo en voz alta
Despertar con el brazo gélido por tu ausencia
El vacío que dejan las caricias
Las cicatrices de otoño
Los viejos suspiros de la primavera
Los pájaros trinando por la mañana
Los lobos aullando en la madrugada
La complicidad invisible y los testigos fantasmas
Un laberinto que conocemos al revés y al derecho
Ahogarnos en el mar cazando los reflejos de las estrellas
Una flor arrancada de su jardín
Encontrar una tibia calma tras el espejo
Divagar en un vaso, vagar en un beso
La nostalgia es; aprender, como los elefantes, a olvidar
La nostalgia eres tú
La nostalgia es un lugar entre dos seres, donde siempre existirá un te quiero

Dichoso ilion


La deje entrar, a través de la puerta invisible del goce onírico, en las alturas, poemas dispersos en hojas de piel, trazados por el espíritu del sol. 

Lascivas voces, revelan el afán ardiente de tus otras bocas, se derriten los labios en un torbellino de sombras, mientras naufragan en un mar de saliva. 

Tiemblas frente la ávida mirada, gracias a infinitos impulsos brota la existencia, se recoge el árido deleite y resucitan lagrimas, formando arroyos transparentes.

Embelesado por suspiros sofocantes, abrasando los brazos, sirviéndome de radiantes huesos sacros, anclándome al sublime ilion, trepando con mis veloces alas, a nutrir con anchos susurros tus hombros de cristal.

Diabólica poses, cogiendo los deseos, es el ardor del fuego que cae en gracia, que tima y lubrica las almas, se regocija, se devora y desfallece.

El vapor y la niebla se retienen en austeros reproches, mientras ella fluctúa entre nostalgias errantes, arañando la turbada realidad.

No hay remedio, es apacible estremecerse ante el desfile de ilusiones, vagar iluso en placeres laberínticos, esas noches en que es imposible no extraviarse en la ilusión.

Apología poligámica



Era lunes, Alba se fue de su cama temprano, esbozo una sonrisa brillante antes de partir, los lunes son espesos, a regañadientes accedió a almorzar con Brígida, debía invitarla a comer algo rico, algo que quizás le gustaría, entenderían todo si conocieran el complicado paladar de Brígida, ese paladar que le dejaba agotado y contrariado. 

Los martes hacia honor a la primave
ra, pasaba las tardes con Rosa y las noches con Margarita, dulces aromas y suaves pétalos de piel, los miércoles despertaba con polen en su torso, le encantaba entrar a la ducha y percibir el olor a miel. Los miércoles acostumbraba a replantearse un poco las cosas, desayunaba con Soledad, una chica silenciosa, que gustosa escuchaba sus divagaciones, Soledad solía invitar a María a acompañarlos, era aquí cuando estallaban las risas, ¡ay simpática María!, tus carcajadas violentas y el cielo claro, las nubes violentas y los ojos colorados. 

El cuarto día de la semana era especial, buscaba a Sofía. Sofía tiene una abuela que cocina muy rico, Sofía suele escribir, de vez en cuando con pudor le muestra sus letras, es esa timidez la que lo hace suspirar (eso y las risas rizadas), si viese más seguido a Sofía y sus cactus… probablemente le tomaría la mano y se volvería monógamo. 

El viernes sonó su celular varias veces, era la Victoria invitándolo a almorzar, un mensaje de Amparo lo despertó de su siesta, también apareció la exuberante Gloria a tocar su puerta, pero ese viernes no quería ni Gloria, ni Victoria, ni Amparo, decidió caminar con Consuelo, esa tibia guarida, Consuelo le recordaba el sabor de Rocío, la mirada de Esperanza, la naturaleza de Paz, la voz de Libertad.

A quien debe regresar


Cavilas en la caverna, cavas buscando cabos
no hay nada allá abajo, te quiero decir
no hay nadie allá lejos, te quiero decir

Debes ser mas piel y menos huesitos
debes volver con tus ojitos de miel
debes volver con tu sonrisa de perlas

Si te miro, no te veré, mas si me miras, yo te mirare
tus susurros son gritos
ecos lejanos e insuficientes

Querido perdido, debes volver
quizás no hoy ni mañana
pero debes volver, en ti creer
querido perdido, debes volver

Debes volver y renacer
es que quieres a quien yo quiero
haces reír a quien ahora no sabe donde ir

Quizás debías ir, perderte, no dormir
pero ya es de noche, no hay guarida
y ella espera con una rosa tu risa

Tiembla a mi lado, pero has de volver
llora a mi lado, pero has de volver
es un mundo maldito, pero debes volver

Querido perdido, debes volver
por la madrugada o al atardecer
querido perdido, debes saber
que te estamos buscando, mañana y ayer

El ímpetu del ángel


¡Alma mía!
Se cauta y no te dejes timar
Por mascaras de ébano 
Y sus insípidos presagios

Ángel resucitado
Siéntate a mi lado y elige una nube
Crecen margaritas en las mejillas
Bajo esta tibia lluvia

Dos almas besas
Cuando reposas en la boca del ángel
Soy dios y diablo
Cuando anido en sus alas

Dispersos y anacrónicos
Viajan labios por el cuello
Buscando lapsos y sitios
Deseando arder en el infinito arrebol

Rizadas son las risas
De sonrisas como estrellas
Con el espíritu de sus ósculos
Verdean mas intenso las hojas

Febril será la mirada
Enardecida balanceándose en el oleaje de licores
No son sobrios los bríos
Cuando su voz es de cristal

Destino fantasmal
Haz corpóreo tu palpitar
Y vivamos el caos y el hervor
Por debajo de la piel

Aclaración (carta a van Gogh)


Una aclaración implica aclarar ciertas cosas, probablemente por medio de miradas a los ojos y discursos llenos de dislexia y tartamudeos. Sin embargo, la aclaración muchas veces no consigue este objetivo y logra todo lo contrario; oscurece los hechos, las verdades y lo verídico.

Hay que aclarar, que claras son las putas y oscuros los burdeles. Entonces, acláreme u
sted (si, usted) las razones. Las razones que tuvo para huir del horror vacui, para perderse en las voces de las meretrices, para gozar pintando sus gemidos fingidos y tranquilizadores.

Dígame usted (si, usted), que le susurraron al oído los cuervos en medio del miedo, en medio de los campos de trigo, desolado bajo el sol, solitario y áspero en medio de las olas, dibujando las texturas de los recuerdos. Dígame usted (si, usted), como giraban los girasoles, como giraban los soles. Es que solo cuando se va el sol sabemos que sentíamos bajo el.

Dime tú (si, tú), donde poner las sillas, donde disfrutar el atardecer, donde confundir los sentidos. Escúchame tú (si, tú), déjame aclararte a través de sombras, aclárales que no regalaste tu oreja, sino tu lóbulo, el lóbulo aullante que no puede escuchar sus pasos.

Señor van Gogh, yo soñé que mi oreja era una flor color carmesí, con pétalos de piel, solo así he comprendido su actuar oscuro de manera más clara, dígame usted si es o no romántico mutilar los sentidos, cortar la lengua, enviar cuervos por los ojos, robar las manos, quemar los aromas, perder el lóbulo.

Dígame usted entonces (si, usted), que debo cortar y que debo dejar crecer. Dígame que sucedió cuando mezclaba los colores, que fantasmas le hablaban, que monstruos lo atormentaban, dígame como encontrar la claridad oscureciendo los colores.

Caravana


Todo sol es cómplice
Todo beso es fuego 
Todo cuello es destino
Todo corazón es espejo
Todo castillo es refugio

Toda luna es puta
Toda mano es nube
Toda caricia es llaga
Toda noche es esclava
Toda risa es ternura

Todo cómplice es salvaje
Todo fuego es delirio
Todo destino es deseo
Todo espejo es túnel
Todo refugio es dolor

Toda puta es ausencia
Toda nube es luz
Toda llaga es raíz
Toda esclava es esperanza
Toda ternura es compañía

Todo salvaje es frenesí
Todo delirio es ángel
Todo deseo es torso
Todo túnel es ruido
Todo dolor es abismo

Toda ausencia es tregua
Toda luz es boca
Toda raíz es flor
Toda esperanza es soledad
Toda compañía es piel

Todo frenesí es bienvenida
Todo ángel es sueño
Todo torso es insomnio
Todo ruido es silencio
Todo abismo es incierto

Toda tregua es melancolía
Toda boca es carnaval
Toda flor es vulnerable
Toda soledad es temporal
Toda piel es caravana

Cuando estés acá


Cuando estés acá
Saldré sin llaves y sin rumbo
Entrare anónimo y espectral
Caminare sin prisa, como si mis pies conocieran el camino
Es que cuando estés acá, espero no estar allá

Cuando estés acá
Robare de un ramo una flor
Dormiremos hasta tarde sin razón
Escucharemos el trinar de un picaflor
Es que si estas allá, espero no estar acá

Cuando estés acá
Dejare de imaginarte acá
Dejare de imaginarme allá
Y te pondré más acá incluso
Es que cuando estés acá, espero estar acá

Cuando estés acá
Guardaran silencio los labios nerviosos
Escuchare tus entrañas contando histerias
Tus entrañas cantando historias
Es que cuando estés acá, sabrás porque estas acá

Cuando estés acá
Te pediré que te quedes acá un rato más
Y no te preocupes si los días pasan y nadie esta acá
Y no te preocupes si los días pasan y nadie está allá
Es que ya existirán un allá y un acá

Cuando estés acá
Habrá humo y será un sueño
Será perpetua la noche porque el día desconocerá llegar
El sol dormirá, el cielo lo consentirá
Es que ya bailaran, un acá y un allá

Cuando estés acá
Las manos arderán
Los huesos se quebraran
Lóbulos desaparecerán
Cuando estés acá

Cuando estés acá
La vida tendrá música de fondo
Y en el fondo admitiré una verdad
La verdad de que quizás ya estas acá
Acá y allá

Cuando estés acá
Será como cuando la piedra vuelve a bañarse en el río
Como cuando el viento vuelve a conversar con las flores
Sera como abrazarse por debajo de la piel
Cuando estés acá

Dos son el ermitaño


Llego el ermitaño a mi casa, golpeo nueve veces mi puerta, le abrí y de inmediato percibí templanza en sus ojos. Saco dos viejas copas, las lleno de discreción y prudencia, después de beber las primeras, salimos al bosque a caminar, a embriagarnos con calma. Con su voz tibia me explico quien era, me confeso que había matado el ego hace un par de años y así pudo comprender que 
el destino no se logra cambiar, pero si se puede apresurar.

Y la tierra estaba cubierta de bosques, en los que habitaban los espíritus de los dioses, viejos arboles eran abrazados por ángeles risueños, chamanes furiosos y gitanos timadores saludaban al ermitaño, con respeto, revelando una amistad ancestral, al lado del río, Virgilio y Edipo jugaban una partida de ajedrez, el perdedor bebería la cicuta. Cansado iba, le sangraban los pies, donde caían gotas de su sangre nacían flores color carmín. Yo aun no entiendo bien sus palabras, recuerdo que me dijo que los espíritus día y noche entregan y quitan vida, que el mundo está maldito, pero aun así queremos vivir y sonreír.

Y la naturaleza de los pájaros ha cambiado, así también la mía, viven cantando a deshora, canciones nuevas, su trinar trae la verdad del ermitaño. Es que ahora sé, que el ermitaño son dos, son el espíritu del bosque y del ermitaño quienes hacen posible la primavera. Llegando el arrebol se puso de pie y se aparto a paso lento, a medida que sus pasos se alejaban, otros se acercaban, llego a mi lado bella compañía, tomo mi mano y mirándome a los ojos me dijo: “Chinito, no tengas pena”. Hoy, despierto más tranquilo, divorciándome cada vez más del cotidiano huracán de vanidades y deseos. Es que aunque no lo parezca, dos son el ermitaño.

Por la tundra va


Cabizbajo va el lobo y su nariz helada
Va sin carga ni amargura
Es que ha vuelto a su mirada
Dos espejos tiernos de dulzura

Sus patas dejan huellas de chaman
Y es que es habitual el ritual
En la nieve una vez más se encenderán
Brutales bailes de edad ancestral

A lo lejos ve su cola
Suave timón buscando un hogar
La reconoce, viene sola
Una vez más al mismo lugar

Atemorizada vaga por la blanca nieve
Grabando huellas pequeñas y pérdidas
Menos pálido es su rostro cuando llueve
Se llena de color en las bienvenidas

Cruza insegura el cauce frió
Como siempre trae la frente helada
Patas torpes se sumergen en el río
Y ambos forman parte de la nada

Muerden rabiosos los hocicos colorados
Rastreando vísceras y entrañas
Sin querer, la mira con los ojos afilados
Y recuerda las noches más extrañas

Los aullidos son violentos
Extraña y fugaz la vaporosa vida
Por eso hoy la quiere sin lamentos
Y en su cuello dibuja una guarida

Va descalzo y sin lumbre
Por la tundra, por las noches
Ya no piensa en la incertidumbre
Va sin prisa y sin reproches

Al maestro con cariño



El maestro llega casi siempre entre 6 y 7 a su hogar, no llega a tomar once, llega a tomar “choca”, al maestro le gustan los mariscos y Sui Generis, desde que yo era pequeño me ha dado consejos que jamás olvidare, com
o que las mujeres y el pollo se agarran con la mano. El maestro llega casi siempre entre 6 y 7, saludando a todos alegremente, a pesar de su cansancio o de que quizás no fue el mejor día.

Ya son veinticinco años con el maestro, desde el vientre yo escuchaba canciones de John Lennon, en una radio vieja colocaba cassettes de Led Zeppelin y me explicaba quienes eran “Jaime Pagina” y “Roberto Planta”, cada noche antes de dormir me decía: “buenas noches los pastores”, a lo que yo respondía: “bom bom bom”. Nació en el sur, así que sabe de lluvias y frio, como buen Run Run, se fue pal norte y sabe de desiertos y calores. 

A los cuatro años me hizo un gran regalo, me coloco frente a un tablero y me explico cómo debía mover las piezas, aprendí el valor de la estrategia y el silencio. El maestro tiene muchas herramientas y trucos, yo a ratos pongo una capa imaginaria en sus hombros y lo veo flotar, pintando los cielos con brochas imaginarias y yo voy detrás y no puedo seguirle el ritmo, es que cuando de esto se trata… no le llego ni a los de Aquiles.

El maestro me explico que Jehová no era más que un ídolo pop, que siempre debía creer en la bondad y el cariño, que no debía temer a nada, ni siquiera a la muerte, que debía tratar a esta como si fuese mi mejor amiga. Al maestro casi todo el mundo le dice “maestro”, pero él sigue siendo humilde y trata a todos de igual manera. Al maestro le cuesta pronunciar la “x”, pero nunca tuvo problemas para enseñarme quien era Marx.

Es que ya son veinticinco años con el maestro y quizás no siempre estuvo, a lo mejor no siempre puede estar, pero tengo la certeza que siempre estará. Y yo no sé hasta cuando estaremos juntos y es que nadie sabe. Solo se, que en su miraba aparezco yo aullándole a la luna y hoy me ha explicado que si la voy a extrañar, debo hacerlo con toda mi alma y que si la voy a querer, debe ser en todo momento y a pesar de todos los miedos y distancias. 

Con escaleras, pisos, andamios y mesas construye día a día escaleras al cielo, sus manos han sido barnizadas y yo las veo de ébano, en sus arrugas aparecen increíbles y misteriosas historias. A veces me disfrazo como él y me gusta pintarme la cara y escuchar a Violeta toda la tarde, él me limpia la cara y vivo un hermoso deja vu de aquella lejana infancia. Otras veces, al igual que él, me refiero a los objetos como si fueran personas. El maestro siempre sabe como tranquilizarme, trata a mis amigos como si fuesen sus amigos, su piel es gruesa como la del cultrún, sus pies siempre están en lugares distintos y casi nunca en el suelo. Es que ya son veinticinco años con el maestro y sigue preocupándose cuando me ve con la mirada perdida.