jueves, agosto 23, 2012

Perdido en los nudos


Me perdí mirando las esculturas, mientras esperaba con gran anhelo un mate para tener las manos menos heladas, es que el frio renguino siempre puede más. De fondo las proyecciones no eran las mejores, no había armonía en los ruidos y las imágenes eran demasiado coloridas y efectistas, pasadas a postmodernismo.

Me perdí mirando la madera y el metal, mirando las formas a cont
raluz y fantaseando con las sombras, vislumbre otra silueta, sin prisa, dedicando el tiempo a pequeños detalles, llenando de pormenores las formas, me sumergí en los nudos y las soldaduras. Era especial en su simpleza, parecía un trofeo, reproducía la forma perfecta, un objeto de un ritual ancestral, imagine que el sol pasaba por su centro y el tiempo se detenía y así, solo así, podría seguir llenando de vida lo inerte. 

Aromas metálicas hicieron contacto con mi piel, empequeñeciendo mis huesos, me llevaron al torso de una triste mujer con esqueleto de fierro, intente conocer su mirada oculta bajo la venda pero no era posible, era como intentar mirar mis manos en un sueño, en su hombro me senté y pude mirar alrededor todo gigante, un mundo lleno de vacios y sonidos desagradables, en sus hombros estaba débil e inseguro.

Frente a mi un vientre de madera, llevando dentro un pequeño milagrito, lo toque y las patitas de aserrín me hicieron bailar entre auroras de barnices brillantes, me sentí como un viajero del tiempo, preso de una extraña poesía, silencioso y perdido, encontrando un extraño consuelo en las sombras y la luz, las siluetas eran entonces sangre y alma

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