miércoles, julio 27, 2011

¡Mijo!, abróchese los cordones (Epitafio 4)


Lo que pasa es que cuando uno entra al palacio de los recuerdos se encuentra con cosas muy extrañas, no hay lugares ni edades, los nombres se confunden y somos como niños borrachos, dueños de la sinceridad.

Empiezas a rendirte a los besos y suspiros favoritos, ya que bueno, es algo inevitable, puedes resistir enfermedades, desastres naturales, colapsos… pero estas cosas superan todo y te tocan por debajo de la piel.

Viajas seguido, con distintas personas, bajo distintos efectos, pruebas nuevas comidas, respiras a distintas velocidades, hablas más bajito, despiertas más temprano, sueñas más profundamente, pero básicamente, el universo te deja donde mismo.

Luego despiertas en un sofá desconocido, con sonidos que no son familiares y te das cuenta de que la trompa de un elefante es muy distinta si la miras por debajo, es casi como haber estado leyendo un capitulo de Papelucho dentro de un libro de Dostoievski o viceversa… o no lo sé, esto no tiene nada que ver con cordones desabrochados…

2 comentarios:

maudo dijo...

epitafios

Voli Feller dijo...

TROMPA DE ELEFANTE POR ABAJO...LO QUE ME ESTABA PERDIENDO