martes, octubre 18, 2011

El ruido de los zapatitos de chamán

Ruido qué me has hecho, ruido yo no he sido, ruido insatisfecho... ruido a que has venido...

Es difícil contar esta historia, para empezar, tienen que imaginarse su rostro, deben saber que ella tenía los dos ojos al mismo lado de la cara, era tanta la costumbre, era siempre el mismo norte, su brújula no latía en otra dirección de hace un buen tiempo, siempre miraba hacia el mismo lado.

Entonces, ¿Qué hacer?, si a pesar de esta deformidad me parecía su rostro hipnótico y desarrolle conductas plumíferas cada vez que la veía, es el corazón de pollo que me latía como el bombo ese de Keith Moon, era la cara de pavo que se me salía una y otra vez, con colores cada vez más fuertes.

Entonces, ¿Qué oler?, si alguito huele cada vez mejor, es como que la primavera le entrega condimentos a la puerta y los mezclara sin saber cocinar, sin saber siquiera mirar en varias direcciones, buscando el rumbo perdido, vagando por ahí, poniéndose los zapatitos antes que los calcetines.

Porque tal como el chamán, le encanta vagar en círculos, cerca del fuego, al ritmo de brebajes que dejan inconsciente, dando señales de humo legibles pero lejanas, entonces, ¿Qué escuchar?, ¿Qué sostener?, ¿Qué seguir?.

Solo puedo mirar la sonrisa sincera que vale la pena, la sonrisa en los ojos a pesar que veo borroso y bailar al ritmo de los zapatitos de chamán.

1 comentario:

maudo dijo...

poniéndose los zapatitos antes que los calcetines