
Hay una brisa fuerte, estremeciendo el camino,
borrando huellas de caminos agrios y desatinos.
Hay una brisa suave, aliviando al destino,
en su mano trae un ardor y aromas a vino.
Sopla con la mirada; inquisidora y penetrante,
como si conociera de memoria mis atisbos incesantes.
Y cuando estoy frente a esos ojos mansos,
es el libre arrebol quien baila dentro de mis brazos.
De los brazos a los dedos,
torpes; nerviosos y ansiosos.
Desde el cielo hacia mis pies,
enredados, con la prisa que solo conoce la intuición.
Hay una brisa tibia, trae olores y grandes flores,
y mi nariz se pone mas roja intentando distinguir tus colores.
Son los aromas que acompañan a los más profundos sueños,
y que en un millón de años podrían tener otros dueños.
No me importa con quien haya venido,
solo importa que susurre en mi oído.
Y de su risa salen dulces melodías,
linda brisa quédate por varios días.